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Actualizado: 1 dic 2022



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El concepto de “responsabilidad afectiva” no es un término académico aunque resulte ostentoso y nos remita a copiosas significaciones. Se origina en la década de los 80´ en USA luego del hipismo, movimiento que cuestionó la monogamia como modelo único, hegemónico y normativo de relación vincular. El poliamor comenzó a ser una modalidad alternativa de lazo al otro. Un vínculo siempre se sostiene en algún tipo de acuerdo, aunque sea implícito: era momento de repensar los pactos a la luz de la nueva dinámica. Toda crisis de paradigma, todo movimiento instituyente realmente genuino requiere una revisión ética. Con esto quiero decir que la finalidad de retomar la controvertida “responsabilidad afectiva” no es hacer un estandarte de “moralidad” ni un panegírico de dicho concepto sino, enriquecer nuestros procesos reflexivos con una herramienta deconstructiva que nos permita sostener relaciones más libres, pero menos crueles.

Desde el psicoanálisis (vale aclarar: mi marco teórico) o mejor dicho “algunxs psicoanalistas” han criticado el concepto de “responsabilidad afectiva” argumentando, entre otras cosas, que muchas veces en ciertas conductas de evasión o destrato hacia alguno de los partenaires median determinaciones inconscientes (es decir: no son intencionales). Paradójicamente, desde la clínica, una de nuestras apuestas es que el paciente se haga “responsable subjetivamente” de las consecuencias de sus actos, dichos o “modos de gozar” .

Freud plantea en su magnánimo texto “El malestar en la cultura” que una de las mayores fuentes de sufrimiento son los vínculos humanos. Entonces: ¿Por qué no seriamos responsables en algún punto también del otrx? . Abordar solamente la vertiente individual de la responsabilidad (las consecuencias que tienen para uno mismo nuestros actos) es abonar el discurso neoliberal de aislamiento, exclusión y egoísmo. Somos responsables de nuestras acciones (o la omisión de las mismas) y eso también impacta en nuestros semejantes. La responsabilidad tiene dos vertientes ineludibles que merecen reflexión.

Otra de las críticas es la relatividad del término: ¿Cuándo uno adquiere una responsabilidad sobre el otrx?, ¿Tercera, cuarta salida o recién cuando se formaliza el lazo con la “determinante sanción” del “somos novios"?. La verdad es que no hay una respuesta univoca, el momento de “responsabilizarse” no puede medirse en términos cronológicos y muchísimo menos en la enunciación absolutamente pueril de apelar al reconocimiento de un noviazgo ya que en las lógicas de los tiempos que corren se evitan las etiquetas.

Sumo como contraargumento en cuanto a la relatividad de la “responsabilidad afectiva” el siguiente cuestionamiento: ¿Qué término que remita a cuestiones éticas no tiene límites difusos? , ¿Que conceptos en general no está condicionado por el contexto histórico y social? .

Me atrevo a esbozar una respuesta, no acabada y sujeta a revisión: no estamos obligados a responder siempre a las demandas afectivas del otrx, no se elige a quien querer, pero, mientras algo de lo que hicimos (o dejamos de hacer) haya provocado angustia en el otro no podemos desoírlo. La apuesta es sostener un intercambio honesto y dignificante para ambos partenaires. La apuesta es no ser ajenos ante el dolor del otrx, si bien no siempre podemos mermarlo, al menos alojarlo.

Si la “responsabilidad afectiva” genera controversia es porque nos incomoda, nos inquieta y cuestiona lugares de privilegio instalados.

Creo que la “irresponsabilidad” afectiva en muchos varones excede una mera lectura individual y hunde sus raíces en el patriarcado, en esas formas de socialización diferenciales que desde que venimos al mundo nos indican de cómo ser hombre o cómo ser mujer. Es innegable que aunque estemos en proceso de deconstrucción (sobre todo las feminidades o identidades feminizadas) hay diferentes posiciones en torno al amor y la sexualidad preponderantes en el binarismo hombre/mujer.

Los varones tiene el mandato de “conquistar” mujeres con gestos de galantería que muchas veces son solo semblantes y no condicen con intensiones emocionales fidedignas (“Chamuyarlas”, “hacerles el cuento”). Por otro lado, compartir sentimientos y vulnerabilidades sigue siendo para ellos un tabú (en mi generación, los de treinta y pico, era moneda corriente decirle a un nene que llora: “Sos un maricón”). Quien no se expone afectivamente indefectiblemente queda en una posición de poder frente a quien si lo hace. La masculinidad no ha encontrado formas alternativas de definirse más que de manera relacional: oprimir a un otrx. ¿Por qué el poder no se jugaría también en la esfera sexual-afectiva?.

Las mujeres, o las identidades feminizadas, estamos mucho más familiarizadas con la exposición de nuestras sensibilidades, con la apuesta a la palabra, con dejarnos conmover por pequeños gestos de amor o displicencia. Si bien por un lado estas posiciones son esperables, por otro siguen siendo estigmatizadas. “Loca”, “intensa”, “demandante” son adjetivos frecuentemente utilizadas cuando una mujer tomada por la angustia o el enojo ( que es uno de los ropajes de la tristeza) pide algún tipo de respuesta frente a quien generó ciertas expectativas y luego se desentendió. Vuelvo a señalar que muchas veces estas “ilusiones” no son generadas con malevolencia o escarnio. El acento está puesto en quien pide respuestas y no en quien evita responder. Este artilugio invisibiliza los mecanismos de destrato, más sutiles, pero sumamente efectivos que convocaron a esa feminidad al lugar del pedido “más estruendoso”, o patriarcalmente hablando de la “inestable emocional”. El patriarcado patologiza la expresión de los sentimientos, los pedidos de respuesta o de responsabilidad frente a nuestro malestar que son absolutamente legítimos. Nos quieren calladas, aplanadas.

Es importante tener en cuenta que el duelo por cualquier distanciamiento no recae en esa persona que encarnaba el lazo, sino en Ideal. Bajar del pedestal de la idealización, es decir, menguar esos rasgos “positivos” que en algún momento magnificamos o proyectamos en quien en algún momento creímos que podía/quería contenernos es doloroso. Romper con el autoengaño es doloroso. Pero es necesario para poder construir relaciones más sanas y que nos sean un poco más compatibles afectivamente. Siempre sabiendo que el amor es una apuesta y no hay certezas.

Por último, quisiera destacar la sobrevaloración “del amor propio”, término que insiste en ciertos discursos que hoy están en auge y que promueven como objetivo explícito el “empoderamiento”. Otra maniobra funcional, como siempre, a las lógicas capitalista que refuerzan el el aislamiento y la no- relación. El narcisismo extremo obstruye la capacidad de amar. Amar significa resignar algo en pos del otro (sin que eso obture nuestra individualidad). La posibilidad de “empoderarse” no es sin y por el amor (en sentido amplio).

No utilicemos esta lectura como mecanismo acusatorio sino como un instrumento más para poder vivenciar estas modalidades contemporánea deseantes de un modo menos cruel, mas empático. Sin acuerdos, sin respeto, sin tolerancia, sin cuidados, sin diálogos honestos no hay relación posible.

 
 
 


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Los medios están visibilizando no solo el “mortífero y apocalíptico” Coronavirus sino, también, los múltiples femicidios acontecidos en los últimos días. Ustedes podrán elegir donde poner el foco.

Creo que es enriquecedor para ampliar el campo de derechos humanos señalar la impunidad con la que se ejecutan acciones violentas de los hombres hacia las mujeres y exigir que las penas sean efectivas y adquieran magnitudes justamente dimensionadas. No obstante , estamos en un momento sociocultural revolucionario y por ello apuesto a que podemos hacer de un modo masivo y no restringido solamente a la academia una lectura feminista más profunda de estos sucesos . Para ello dejo plantada una advertencia : ojo con hacer hincapié exclusivamente en el discurso jurídico ( es decir las penas para los "agresores") como respuesta al problema de los “femicidios” , corremos el riesgo de que la derecha y la prensa amarillista (que no es más que un retoño de la primera) hagan uso de herramientas conceptuales del feminismo para reforzar argumentos y prácticas capitalista. Hablar de “femicidio” y recurrir meramente al binarismo agresor/víctima decanta en una lectura simplista que solo aborda la responsabilidad individual de determinado varón hacía una mujer. Esto nos conduce indefectiblemente a reclamar una respuesta al delito exclusivamente desde el marco penal. De este modo, se encubre la necesidad imperiosa de hacer una lectura sociocultural y contextualizada de los sucesos violentos que dejaría expuesta la responsabilidad política estatal de dar soluciones no solo punitivas, sino, preventivas y redistributivas del poder en sus múltiples formas de opresión que no siempre son “violencias” en el sentido restringido del termino . Enfatizar la responsabilidad individual es funcional a la lógica del estado neoliberal que aboga por la “desresponsabilidad” política de sus funciones y la individualidad .

Pensemos esto… Cuantos hombres de los que conocen están “relativamente” (ni siquiera uso el término realmente) deconstruidos?: 1)La mayoría de los chistes (reiterativos a mi gusto y poco ocurrentes ) en relación a la paranoia engendrada por Coronavirus son desplegados por varones (miren sus redes sociales y hagan una estadística sencilla). "Eligen” poner el acento (aunque no sea una determinación propiamente consciente) sobredimensionando este virus mutante asiático sin si quiera mencionar las noticias de los últimos días en torno a los múltiples ataques a las mujeres por parte de los varones en el país que residimos . 2)La referencia humorística sistemática al excelso catastrófico Coronavirus tiene la misma fuerza estructurante binarista propia del patriarcado : ubicar al Otro, al extranjero en el lugar del peligroso , del problema, del infectado . La heteronorma ubica como modelo al hombre , blanco, heterosexual , clase media y occidental y oprime o erradica a lo que se le aparta : los chinos son el Otro, los extranjeros, los que no encajan en la “norma”. Nosotras también somos el Otro por ser identidades disidentes al modelo hegemónico por ende candidatas a ser “fumigadas” cuál virus. 3) Cuantos de los hombres que conocen que manifiestan abiertamente apoyar el feminismo realmente lo encarnan?. Piensen en las diversos aspectos de la vida estas personas: el poder se les juega seguro en alguna esfera. Sea en el trabajo, en su vínculo con el dinero o en el terreno más común y naturalizado que son los vínculos sexo-afectivos ( la endeble responsabilidad afectiva masculina: no determina un lugar de poder frente al Otro?.Esa mujer que se abre emocionalmente y está predispuesta a un diálogo honesto no queda subyugada ante el que no se sincera ?). Detentar el poder sigue siendo un mito constitutivo de la masculinidad, aún no pudieron construir versiones alternativas .

La funambulista masculinidad tambalea !. Un pibe que mata a su novia porque esta decide abortar reivindica en este acto su posición de macho poderoso frente a una mujer que se le revela haciendo uso de su libertad y autonomía . Ella rechaza su descendencia , aquella que portará el apellido del varón y esto al opresor se le torna inadmisible.

Esto no pretende erigirse en un pedestal moral, sino, en una posible herramienta de deconstrucción que aggiorne el camino hacia una sociedad más justa y empática. Y vos de que lado de la mecha te encontrás ?

 
 
 

Actualizado: 30 sept 2021


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Con el pelo enmarañado y las ojeras talladas producto del dolor que inflige el mundo, escondida tras los cristales de mis gafas. Con el cierre a medio cerrar de la mochi y una camisa de jeans anudada a una de sus tiras. Mi atuendo predilecto para esos días en que la amplitud térmica durante el transcurso del día me impide decidir entre manga corta o larga. Prefiero evitar la pereza que me produciría tener que abrir el cierre para sacar el abrigo en caso de que alguna brisa despiadada arremeta contra mi, aunque quede desprolijo, aunque corra el riesgo de perder la prenda o arrastrarla por el piso a causa de mi aire despistado . Entro al cementerio de Recoleta: llego hasta al Cristo, doblo a la derecha, camino hasta el primer mausoleo, allí nuevamente a la derecha y finalmente, en el cuarto pasillo, doblo en la galería de izquierda para hallar la bóveda de la familia Duarte. Me detengo, inhalo, exhalo y cuando me dispongo a abstraerme regocijante en mis pensamientos existenciales llega una horda de turistas que interrumpe mi sublime momento introspectivo. Sesentones, blancos re blancos, fofos (me recuerdan a los ravioles de ricota con salsa blanca que comía en mi infancia ). Exclaman diversas frases en ingles con ese tonito yanqui imperialista potenciado por el frenesí que les produce estar de vacaciones en un país tercermundista, donde la devaluación del peso alcanzó niveles exorbitantes, donde su moneda tasa a cada instante un poco más, donde no hay nada en este territorio definido geográficamente por la arbitrariedad de quienes ganaron la batalla de la historia que les resulte "inadquirible". Dólar sorete verde. Me ponen irascible: Que pueden entender de Evita?. Que pueden entender los opresores de la reivindicación de derechos de quienes son objeto de su opresión?. Ese estúpido entusiasmo me parece un escarnio. Huyo. Me pierdo entre los pasillos. Disminuí mis pretensiones: no me importa frente a qué féretro voy a disponerme a pensar, solo quiero estar lejos de los vivos. En un banco, a la sombra, me encuentro un gato atrigrado, me mira entrecerrando los ojos, imposible desistir a su poder de seducción. Revoleo la mochi en el piso, me siento a su lado y comienzo a acariciarlo mientras se retuerce de placer (si hubiese tenido ese super poder con mis antiguos amantes!). “Se llama Nyx”, escucho la voz de un hombre detrás de mi , carraspea y agrega: “la diosa Griega de la noche”. "Rayos!", pienso, "otro intento de levante no, por el amor de todos los muertos y almas en pena de este cementerio. Ya me fume al flaco del bondi". Siempre intento marcar distancia con suma cordialidad, pero tengo menos onda que coca-cola sin gas y puedo llegar a ser muy grosera esta vez. Giro mi cabeza lentamente mientras pienso que una chica sola en la necrópolis, con la mirada extraviada, acariciando un gato, melancólica, definitivamente es blanco predilecto para la fenomenología del patriarcado que detecta la tristeza con habilidad para hacer uso y abuso. Hombre, 50 años, overol ocre, mirada triste…mantenimiento del “jardín de .paz”. Tal vez pueda intentar algún intercambio verbal que me saque de la posición misántropa que me invadió desde que abrí mi primer ojo (el izquierdo, a las 7:00 a.m). Los primeros minutos fue ameno, me contó muchas curiosidades de la locación ( amo escuchar curiosidades!), pero al rato comenzó a invadirme una tremenda inquietud. Señal que me da cuenta de que tengo que concluir el dialogo y a mi pesar despedirme de Nyx. Al retirarme me manifiesta una amable invitación a conocer por dentro alguno de las bóvedas que tiene a su cuidado. Datazo! Tal vez en algún momento mi curiosidad sea más fuerte que las pocas ganas de un intercambio verbal. Estoy baja de serotonina, mi pulsión epistemofílica flaquea hoy. Nuevamente intento perderme por las galerías, mientras mentalmente despliego una diatriba donde pongo de manifiesto mi descontento con venir a buscar muertos y encontrar vivos por todos lados. Vine a "hacer tiempo" antes de entrar a trabajar, esto sería "matar tiempo" o "ganar tiempo" ? Y si en vez de tomar al tiempo en su vertiente cronológica que inexorablemente nos sumerge en la dimensión de la perdida pudiera significarlo subjetivamente en su anacronía ? . Anacrónico como estos muertos. Desinvestir al tiempo del imperativo de productividad capitalista ... Hacer nada. Al fin un banquito medio escondido, revoleo la mochi una vez más y a leer gótico se ha dicho! Recuerdo haber sido una niña muy fantasiosa, víctima de mis propias creaciones mentales. El momento de dormir me aterrorizaba. Noche por media me invadían pesadillas angustiantes plagadas de espectros, demonios, posesiones, juguetes malignos que cobraran vida, cuando no tenía alguna parálisis de sueño. Sigo siendo una niña, y en momentos de tristeza profunda sino es el pandemónium del insomnio quien llega hasta los pies de mi cama son los mismos monstruos de mi temprana infancia. “A los vivos les tenes que tener miedo, no a los muertos”, me decía mi madre. Con toda la ingenuidad y pureza de una niña no podía comprender a qué se refería: “porque voy a tenerle miedo a las personas?, si son como yo, no me pueden asustar”. Hoy en día resignifico los dichos de mamá ( premisas elementales de la vida). Tenía razón: le temo a los vivos ya que pueden lastimar. Le temo a la falta de empatía, le temo al abuso poder, le temo al encarnizamiento del cuerpo y del alma , al arrasamiento de derechos, a los genocidios , a las mentiras …

La misantropía implica el distanciamiento de las personas ,de los vivos , lo que inevitablemente produce una fuerza de tracción directamente proporcional hacia los muertos. Aquellos ecos del pasado que asustan sin herir, que acompañan sin invadir, que se sostienen en la vertiente anacrónica del tiempo...

A todos mis muertos .

 
 
 
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FUNDAMENTALISTA DE LA MELANCOLIA Y FUNAMBULISTA EN MI COPIOSO MUNDO EMOCIONAL -ENTUSIASTA Y  CURIOSA ,  DESPISTADA Y VULNERABLE-  ME RIO DE MI MISMA  Y ME DUELO MENOS.

MIS AMIGXS ME IMPULSARON (Y AYUDARON) A CREAR ESTE SITIO ALGO AMORFO, UN POCO ECLECTICO DONDE COMPARTIRÉ  UNA YUXTAPOSICION DE IDEAS, PRODUCCIONES , "COSAS Y COSITAS" .  PORQUE SER IGNORANTE NO ES NO TENER CULTURA SINO CARECER DE SENSIBILIDAD.

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