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Actualizado: 3 jul 2020


Hace mucho que no escribo o mejor dicho que no publico. Como analista considero que las cosas más importantes “se dicen sin decir”: se dicen con acciones, se dicen con gestos, se dicen con fallidos, se dicen con lapsus en el lenguaje, se dicen con sueños. Para el lector perspicaz dichos elementos siempre dicen más de lo que uno quisiera revelar. Hoy me pregunto: ¿“qué se dice cuando no se dice”?, es decir, ¿qué se dice cuando quienes utilizamos la escritura como un recurso elaborativo tenemos un impasse en el proceso de transmisión?. Me pregunto menos “porqué no escribo” que “porqué escribo nada”. Si, ya sé, a los lacaniosos nos gustan los juegos de palabras, es que entre los significantes, los diferentes modos de conjugarlos sintácticamente, los usos y giros gramaticales podemos encontrar esas verdades ocultas que paradójicamente nos son inaccesibles por medio del discurso manifiesto y voluntario.

La cuestión es que hasta hoy venía escribiendo NADA, porque no es que no escribía, sino que escribía naderías , sin direccionar la producción hacia otros, sin publicar, prescindiendo absolutamente de un interlocutor que funde mi lugar de emisora . Escribía en una soledad absoluta, rumiaba distintas ideas y seguía girando en espiral. Pensar obsesivamente y no buscar a otros con quien compartir las ocurrencias es la famosa paja mental. Y como “me da mucha paja la paja”, cuando caí en cuenta del fenómeno masturbatorio cerebral en el que me había sumergido me propuse ordenar algunas de las ideas que me asaltaron durante esta cuarentena dejándome una sensación de inermidad estragante. Escribir para otros me transforma nuevamente en agente, me ayuda salir de la pasividad, a convertir esas ideas que se imponen de modo automático en un proceso creativo, me ayuda a hacer algo con mi fragilidad, a embellecer lo intempestivo y traumático del azar, a domesticar el dolor. Pensar con otros nos ayuda a romper con las cristalizaciones establecidas de significado, insufla de vida esos sentidos taxidermizados, los saca del museo y los lleva a la plaza, para que discurran, para que intercambien, para jueguen. Y como dije en otros escritos: que las medidas de confinamiento no terminen siendo funcionales a la lógica del capital, que no nos deje encerrados en los límites de nuestra propia piel, esquivando los intercambios intelectuales o afectivos, siendo un engranaje más de esta maquinaria del poder que nos quiere encapsulados y militando para el individualismo en su máximo exponente.

Primer prueba en vía de superación: escribir para otrxs, para ustedes. A mis interlocutores les dedico este pequeño acto de rebeldía, de resistencia ante esta lógica que nos “infecta y nos “interna” en la indiferencia, el aplanamiento afectivo, el retraimiento y la muerte psíquica.

Estuve pensando en el impacto de la cuarentena la constitución del cuerpo. Desde el psicoanálisis creemos que no nacemos con un cuerpo, sino que éste se constituye como una representación psíquica unificada en el intercambio afectivo con el otro. Cuando el bebé nace es un cúmulo de sensaciones caóticas y yuxtapuestas: por un lado siente hambre, por otro escucha el sonido de una canción de cuna, registra el tacto del abrazo de su cuidadorx, el calor de la leche corriendo por la garganta, observa el rostro de su madre que lo mira con amor. Las caricias, las palabras, las miradas que provienen de ese otro que lo cuida poco a poco van integrando todas estas sensaciones disgregadas para constituir una vivencia subjetiva de unidad. Nacemos prematuros, a comparación de otras especies tenemos un larguísimo período de dependencia del otro. Un potrillito nace y a los pocos minutos ya puede pararse y marchar, nosotros tenemos que esperar recién hasta el segundo año de vida para dar nuestros primeros pasos con un alto grado de imprecisión y torpeza. Vivenciar el cuerpo implica una constitución gradual y paulatina, posible siempre en relación a otro.

El cuerpo como toda construcción, se desarma y se rearma en distintos momentos y situaciones vitales, no está dado de una vez y para siempre.

Vamos por lo ejemplos:

1) En situaciones de hospitalismo suele surgir el fenómeno llamado marasmo. Hay niños que por no poseer padres (o quien encarne esa figura de cuidado y amor) pasan sus primeros meses de vida en grandes instituciones donde son cuidados por las distintas enfermeras de turno. A estos chicos se les satisface todas necesidades biológicas básicas: se los alimenta, se los baña, se los cambia, sin embargo no poseen una figura de apego estable porque sus cuidadorxs van rotando y no hay tiempo suficiente “para mimos”. Muchos de estos niñxs mueren sin tener ningún tipo de anomalía fisiológica, mueren sin causa clínica aparente porque no lograron constituir la vivencia subjetiva de un cuerpo. Criados en el anonimato no cuentan con la figura del referente afectivo que con sus caricias y palabras vaya conformando esa membrana simbólica que delimita lo que llamamos cuerpo, que progresivamente se va diferenciando del mundo exterior.

2) El miembro fantasma se da en personas que fueron amputadas de alguna extremidad de su cuerpo, no obstante siguen sintiendo dolor en esa parte que ya no está.

3) El ataque de pánico es un ejemplo de como el cuerpo puede fragmentarse. Prima la vivencia de despersonalización, de irrealidad, “el nudo en la garanta”, “el corazón que va a estallar”, ver la escena por fuera del cuerpo, en tercera persona como un espectador.

4) Para ir a lo más cotidiano:¿ quien no se desarmo ante una crisis de angustia y llanto y logró calmarse, “recomponerse”, con un abrazo?.

5) Las la fragmentación corporal muchas veces fue puesta al servicio de las producciones artísticas, el ejemplo más paradigmático es la famosa oreja que Van Gogh se rebano . Alejandra Pizarnik “encarnó” en el lenguaje poético su cuerpo desmembrado:

Una mirada desde la alcantarilla

Puede ser una visión del mundo ,

la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos.

(Poema 23).

Me pregunto qué impacto tendrá en la constitución o reconstitución de los cuerpos esta pandemia. Me aterra pensar en la posibilidad de que el cuerpo del otro quede significado de una vez y para siempre como peligroso, como enemigo, como rival, como potencialmente dañino. Estimo que su correlato sería que los límites de nuestro esquema corporal se diluyan, se vuelvan etéreos, desaparezcan, dejemos de sentir. El exterminio del otro es la contracara de extinción del propio cuerpo.

La otra vez un amigo en un video de IG hizo referencia a al fenómeno social Hikikomorí, esos japonés adolescentes que sostienen un aislamiento social absoluto y pueden pasar días enteros hipnotizados frente las pantallas de sus videos juegos. En estos jóvenes se genera una fusión indistinguible entre el cuerpo y la pantalla, entre el mundo y la realidad virtual, al punto que pueden pasar días sin registrar sensación el hambre o incluso sin dormir. El chiste fue que con el correr de los días y el estiramiento asintótico de la cuarentena #TODOSSOMOSHIKIKOMORIS, cada vez más retraídos, mas aplanados afectivamente, inconmovibles, insensibles, aletargados, alelados, con un blackout en la cabeza y en el corazón . Me preocupa que esto “nos pase desapercibido”, que no nos angustie ni un poco, que no nos haga pregunta. Pizarnik decía escribir para no enloquecer ni morir, yo escribo para no transformarme en un Hikiko.

Hay un dato muy particular que puede ser interpretado a la luz de las teorías psicoanalíticas. Cuando un paciente hace sistemáticas y repetitivas referencias numéricas en su discurso podemos rastrear lo que se denomina “pulsión intrasomática” ( desde Lacan) o el “lenguaje de órgano” (desde Freud) .La hipótesis es que en dichas personas, al menos en ese momento de su vida tendrían poca disposición libidinal para sostener vínculos con el otros porque estarían muy volcado a actividades autoeróticas (vieron esas personas que todo el tiempo hablan de guita y de porcentajes, un embole mal, porque lo que dicen es más un soliloquio que un intento de comunicar e intercambiar). Bien, si extrapolamos ésta herramienta de lectura individual a la sociedad, ¿que vemos si osamos prender cinco minutos la tele?... referencias al número de infectados, al número de muertos, el número del PBI, números, números, números … desde antes que la pandemia nos azotara el “monotema” en los medios de comunicación era el precio del dólar (más números!). El Covid solo reforzó tendencias preexistentes. El número hace referencia al cuerpo, pero no al cuerpo de las caricias recíprocas constituido en relación al otro, sino al goce masturbatorio, al placer autoerótico. Eso que nos aísla horas frente a una pantalla, es un tipo de satisfacción autista que prescinde del semejante. El número contabiliza, cuantifica y en el mismo acto descualifica afectos: estamos frente a la degradación progresiva del lazo social.

El otro como interlocutor funda al sujeto hablante, hablar pierde sentido sino tenemos a quien decir. El otro como lector funda al escritor. El otro como Otro que funda al cuerpo como Uno. No somos sin el otro.

El autoerotismo esta sobreevaluado, idealizado y romantizado: “querete vos y después vas a poder querer a otro”, nos olvidamos que estamos en este mundo porque alguien nos quiso antes de que tuviéramos la capacidad de querernos a nosotros mismos. Con este planteamiento no pretendo echar por tierra el concepto de autoestima, ni dictar una pedagogía de cómo vivir, pero si reivindicar el lazo social como herramienta de lucha, como resistencia. El lazo como lo propiamente humano, el lazo como alerta contra aquello que nos pelotudiza y paulatinamente nos está transformando en hikikosmoris.

p/d: extraño abrazar, así que les mando un ciber-abrazo rearmador corporal.


*La imagen adjuntada es "La columna rota" fue pintada por Kahlo después de ser operada quirúrgicamente de la columna vertebral debido a las lesiones que sufrió después del accidente de 1925, y tuvo que llevar en lo sucesivo un corsé de acero, que le provocaba intensos dolores. Creo que es bastante ilustrativa: por medio del arte y la creación dirigida a la contemplación de otros algo del cuerpo "roto" Se rearma y elabora.

 
 
 

"Para las mujeres el mejor afrodisíaco son las palabras, el punto g está en los oídos, el que busque más abajo está perdiendo el tiempo".

Isabel Allende.



La sexualidad sigue siendo un tabú, lo que explica que en los medios de comunicación y en las redes sociales quienes intentan dar una imagen progresista y desfachatada abordan la temática de manera reiterativa, estandarizada, rozando la obsesividad. Pero, ¿de qué sexualidad hablan cuándo exponen sus preferencias sexuales de manera obscena: cuantas veces a la semana lo hacen, su posición favorita o cuánto tiempo hace que no cogen?. La respuesta es ostensible: hablan de la escasamente creativa, normada y cuantificable sexualidad heteropatriarcal. Nada nuevo bajo el sol, la matriz de las fantasías machirulas son tan aburridas : contar cuantas veces, que posiciones y reproducir las mismas fantasias estereotipadas. Sin embargo, hay que reconocer que este tipo de puestas en escena sumamente predecibles siguen siendo consumidas de modo masivo aunque no introduzca ningún tipo de novedad en el asunto.

Con la cuarentena se produce el apogeo del conversatorio sobre sexualidad heteronormada que adquiere carácter de show, de mostración. La temática se circunscribe más específicamente a la obstinación monótona de cuantificar la abstinencia sexual: se contabilizan los días sin coger. Memes, stickers, entrevistas y chistes giran en torno a “la desesperación” originada por la interdicción del garche como consecuencia de las medidas de aislamiento social. ¿De verdad simplemente la distancia física es lo único que pone coto al encuentro sexual?, ¿Con la libre circulación de los cuerpos todxs tendrían una vida sexual tan activa que se les vuelve tan atípica e intolerable la espera?. Siento que estoy rodeada de Sex Machines . Y cuando hablo de maquinarias no hago referencia a poseer el estado físico o a la falta de agotamiento ante la posibilidad de sostener encuentros sexuales continuos, sino más bien a la capacidad de tener tantas opciones, de que tanta gente les despierte deseo de una manera indiscriminada. En ese punto es donde el carácter propio de la sexualidad humana se vuelve difuso: el deseo humano tiene un carácter segregatorio y electivo, aquello que me erotiza de alguien no es plausible de encontrarse en "casi todxs".

La espectacularización de la sexualidad produce entonces la banalizacion de los encuentros eróticos. Vivir una sexualidad plena no significa tener sexo 24x7 con miles de personas-objetos, sino, por el contrario poder elegir: con quien sí, con quien no y cuando directamente no se coge. Sostener la abstinencia porque nadie te resulto atractivo es libertad sexual. Decir que no te hace libre y desprejuiciadx. Los canones de belleza patriarcales ponderan la imagen, desvalorizando la atracción mental a la hora del encuentro. Además, el patriarcado imprime formatos preestablecidos en las fantasías individuales restringiendo el carácter imaginativo y original del encuentro . El marco de todas las fantasías se basa en el interjuego activo-pasivo, dominar-ser dominado. En síntesis se libidiniza siempre una asimetría de poder: la colegiala-maestra, la enfermera-pacientes y complete la linea de puntos cayendo en lugares comunes....

¿Cuan libre es tu deseo?¿ Cuan normativizado está el erotismo en aquellxs que suelen proclamar vivir la sexualidad con libertad porque espectacularizan detallada y burdamente su intimidad o acumulan “garches” sin distinción ?.

La sexualidad puede desplegarse como otro consumo capitalista donde las identidades hegemónicas tienen facilitado el acceso a más “garches” (cuantitativamente hablando) porque solamente direccionan sus búsquedas en función a la imagen ampliando de este modo el campo de posibilidades: hay más gente “linda” que interesante.

No obstante, la situación actual posibilita también, nuevas modalidades alternativas de encuentro para quienes requieren características mentales y discursivas afrodisíacas: las cibercitas. Las mismas al excluir la inmediatez del encuentro de los cuerpos y el sexo como único motor de la cita permite una erotización del diálogo que puede preparar el terreno para un posterior encuentro carnal, más genuino, más sensato y más excitante. Cabe aclarar, en defensa de lxs selectivxs, que si no les diera asco cogerse pelotudxs tendrían una vida sexual muchos más activa en términos cuantitavos . Ahora en términos cualitativos una mente inquieta y curiosa en planos intelectuales suele tener como correlato mayor capacidad imaginativa en otras esferas de la vida.

¿Cómo contrarrestar el efecto mortífero de la pandemia? Al Tanatos (Muerte) anteponemos el Eros (Vida). El deseo, el EROtismo, es pulsión de vida. En la actualidad se despliega una crisis en la vincularidad amorosa y del genuino encuentro sexual (con esto hago referencia al encuentro con otro como subjetividad y no como objeto que vehiculiza pura y exclusivamente la disminución de la tensión fisiológica, lo que sería un” falso hedonismo”).

Camus plantea que lo peor de la peste es que devela todas las almas, recrudece lo mejor y lo peor de cada uno. Tal vez ante la indefensión y la precariedad en que nos sumerge la pandemia podamos tomar distancia de aquellos fatídicos pseudo-encuentros sexuales y generar otros más recíprocos y estimulantes. Porque se puede fingir un orgasmo, pero no se puede fingir la inteligencia, la estupidez humana es infalsable y deslibidinizante para algunxs. Este es el punto de ingenuidad masculina .

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Para muchxs la sensación de catástrofe inminente que confronta con una vivencia de finitud lxs precipita a la búsqueda compulsiva de un posible encuentro sexual: escriben a ex compañerxs que no les despiertan un interés sensato o ingresan en el algoritmo de matcheos entrecruzados de fotitos con múltiples personas cuasi-anónimas.

En cambio para otrxs, la cuarentena surte sus efectos deconstructivos no solo sobre ellxs mismos, sino, en torno al lazo social .El otro nos constituye nos preexiste. Pensarse implica siempre pensar el vínculo al otro. La propuesta es menos que hacer una retrospección de las veces que no cogimos pudiendo hacerlo que motorizaría preciptarse y salir a la busca de las “asignaturas pendientes” (que por algo no acontecieron) , invertir la ecuación y repensar las veces que cogimos sin tener demasiado deseo. Las veces que nos mostramos gozosxs aunque no lo estábamos con el fin de no desbaratar alguna frágil masculinidad, las veces que accedimos a encuentros sin estar muy seguros de que el partenaire nos resulte atractivo ( ya sea movilizadxs por el consumo de alcohol o por la presión de ciertos ideales que nos indican que ya paso “mucho tiempo” de la última vez) , las veces que sostuvimos lazos intentando encajar con personas con las que en los primeros momentos vimos los signos de la incompatibilidad intelectual o afectiva… todas las veces que no dimos lugar a nuestra singular vínculo con la sexualidad y no dijimos NO. El fin de esta relectura no debería una moralización de la sexualidad, sino, por el contrario la habilitación de encuentros más auténticos y creativos con nuestro propio deseo y con los otros.

 
 
 

Actualizado: 14 dic 2021





¿De verdad somos tan miserables que corremos peligro de extinguirnos a causa una gripe mutante?... YO-NO-LO-PUE-DO-CREER… Somos tan innobles, tan execrables, tan insignificantes, tan endebles. Si, somos vulnerables: otro golpe al narcisismo.

Debo confesar que la figura del antihéroe siempre despertó “interés” en mí (para no hablar de excitación en plena cuarentena, ya que es un tema que está auge y hoy no quiero herir tantas suceptibilidades). La creatividad siempre está del lado de los que no pueden, de los que pierden. La inventiva es un recurso de supervivencia, la pienso más como un rasgo evolutivo en el plano de la praxis que como una capacidad intelectual en sentido restringido. No me creo lista, simplemente estoy intentando sobrevivir! Se escribe para no morir, para no enloquecer.

Bueno, cuestión, antes de que se desate este apocalipsis sin angelitos renacentistas rollizos que bajen del cielo en pitito, sin dragones que escupan fuego, yo tenía una vida relativamente normativa ( de mierda!) como muchos de los que me leen. Este holocausto no tiene ningún ribete surrealista ni romántico, el “enemigo” es discreto, silencioso, invisible, sumamente aburrido, para nada rimbombante: CoronaVirus.

Retomando el hilo, los últimos años ingrese en un espiral de sucesos absolutamente desafortunados, extravagantes e inesperados que me hacían vivir en una sensación de permanente e ininterrumpido Deja Vú. Les paso alguna vez? : Cuantas veces vas a prender fuego una casa, cuantas veces el mismo chorro te va a robar el celu, cuantas veces vas a perder la llave? … por nombrar acontecimientos nimios y no espectacularizar el horror personal. Sentía estar viviendo por inercia, de manera automática, como si un maquinista invisible me dirigiese y hubiese inoculado inmodificables patrones de respuesta ante situaciones con ciertos denominadores en común.

Venía leyendo mucha literatura distópica y un poquito de gore japonés para desplegar mis tendencias agresivas en un fin “socialmente “aceptado como es la lectura (se llama sublimar). La realidad superó a la ficción queridxs amigxs, este género ha perdido el carácter metafórico: “Un mundo Feliz” se quedó cortísimo. Se ha corrido el velo, la literalidad de los hechos nos aploma: para circular por las calles desiertas quienes estemos habilitados tenemos que exhibir un código QR. En esta distopía señorxs, hay un pequeño GRAN detalle nos aleja de la brillante novela de Aldous Huxley, no existe el famoso “SOMA”, ese sortilegio que nos adormecería y ayudaría a atravesar anestesiados, sin pensar demasiado, esta especie de tragicomedia. Así que no nos queda otra que ponernos introspectivos y creativos (en el mejor de los casos) o enchufarnos a la tele, o los mil en vivo de IG y dejar que el cerebro se emblandezca escuchando millones de pavadas. La enajenación es el mecanismo predilecto del poder.

Cuando anunciaron la cuarentena total debo confesar tuve una vivencia catastrófica, una angustia arrasadora que me pulverizaba el alma. No obstante, por primera vez en la vida, la experiencia fue más amable que la yuxtaposición de fantasías terroríficas de fragmentación y aniquilamiento que la precedían, aunque no exenta de cierto monto de angustia (la entereza plena siempre me pareció despiadada.

Pienso que necesitábamos una pausa, una pausa a la autoexigencia y una pausa a las tendencias superyoicas. El mundo nos obligó a parar.Capaz que por momentos disfruto un poco de la cuarentena. Capaz que tengo tiempo para leer, capaz que puedo motorizada por la angustia escribir, capaz que volví a dibujar, capaz que estoy recuperando la flexibilidad que perdí en la vorágine de todos estos años en los que no paré un segundo para pensar, para pensarme (ni para elongar). “Yo pensé que me pensaba” (iba a terapia, hacia diván y todo!), pero, al parecer solo rumiaba cual hámster corriendo cándidamente en la ruedita.

Ahora tenemos tiempo para pensar(nos) , estamos frente a frente con nosotros mismos, sin velos ni ficciones. Nuestra propia compañía nos convoca a repensar la existencia y esto no es sin angustia. Se cayeron todos los sentidos establecidos que nos sostenían, se desmoronaron nuestros planes, nuestros espejismos de certezas ("cuéntale tus planes a Dios y se reirá de ti"). La enajenación que nos generaba obsesivizar el tiempo en nuestras apretadas agendas donde cual puzzle encajábamos mil actividades “productivas” se dinamitó. Se nos acabó el opio. El tiempo cronológico, productivo y capitalista que signaba nuestro calendario y nuestros modos de relacionarnos se detuvo. Estamos transitando una vertiente del tiempo novedosa: el no-tiempo, la detención, no cuantificable pero sí cualificable. No obstante, siempre hay artilugios y narcóticos, siempre está el “SOMA” que nos puede permitir distraernos y evitar la introspección.

Creo que hay una incompatibilidad entre el tiempo regulado por estructuras externas de poder y los procesos internos de creación.

Una anécdota muy representativa es que desde noviembre se me implantó la idea en la cabeza de tener un ananá bebe entre mis hijas-plantas (googleenlo y van a querer uno con todas sus malditas fuerzas, si es que les quedan). Hace cinco meses vengo intentando de manera insistente que germine. Tiré cuatro “ fetitos de ananás” a la basura porque mi paciencia tenía como tope una semana y como no salía ni una raíz en ese lapso y el agua se ponía fétida y asquerosa lo terminaba tirando. Así fue como aborté cuatro ananacitos (perdón a los provida por contar esta situación con tanta liviandad). En esta pandemia no me quedó otra que esperar y no salir eyectada a comprar una quinta fruta: al fin tiró dos raíces!... la cuarentena tiene sus toques místicos . Capaz que ahora también puedo tener un ananá bebe.

Ni hablar de Aristóteles, hace cinco días que no me muerde. En la vorágine de la vida cotidiana cual madre abandónica solía pasar doce horas diarias fuera de mi casa de lunes a sábados. El bichi se quedaba solo: sus maullidos se escuchaban todas las mañana cuando me iba hasta planta baja. Definitivamente el odio es amor desesperado. Ahora estamos juntos, pero no tanto. Desplegamos actividades paralelas, sin invadirnos pero acompañándonos en este concubinato.

Forzamos muchas cosas, sostuvimos tantas otras, menospreciamos tantas señales que nos indicaban que la batalla estaba perdida desde el principio…Muchas veces no quisimos soltar, sin siquiera saber muy bien que es lo que estamos reteniendo.

Ahora la pandemia es real y nos arrebató aquello a lo que nos aferrábamos. Recibimos con sorpresa y algo de desamparo esta intervención de azar. Es tiempo entonces, de pensarnos a nosotros mismos, de repensar los lazos, de repensar objetivos, de repensar casi todo. Cuando esto pase (si pasa), vamos a ser los mismos? Vamos a salir desesperados e impulsivamente a “vivir la vida”, a ponerla, a emborracharnos, a tirarnos cual caída libre… o vamos a ser más cautelosos, reflexivos, construir lazos más profundos y progresivos?...

Esto es una experiencia transformadora para quien tenga la capacidad y el deseo de aprender. No quiero estupidizarme mirando todo el tiempo noticieros, ni quiero escuchar a la gente que habla idioteces de sexo y maquillaje. Me resisto a caer en esa inercia mortificante, a estancarme en un remanso de languidez que nos empuja a la vacuidad del alma. Quiero ser un poquito mejor, un poco más humana, un poco más empática, un poco menos cruel con el otro pero, sobre todo, conmigo misma. Quisiera realmente enriquecer el alma, ya que los bolsillos serían es una causa perdida. Quisiera aprender a elegir bien mis lazos, con serenidad, sosiego y no precipitarme con desesperación.Creo que estoy haciendo las paces conmigo misma, este encuentro para ser genuino no esta exento de algunas peleitas ni de cuestionamientos . Nos peleamos con nosotros mismos para después poder amigarnos de manera genuina, limando asperezas. Desde la incerteza y el exilio del tiempo productivo escribo porque las limitaciones físicas de circular potencian la indocilidad del alma..

 
 
 
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FUNDAMENTALISTA DE LA MELANCOLIA Y FUNAMBULISTA EN MI COPIOSO MUNDO EMOCIONAL -ENTUSIASTA Y  CURIOSA ,  DESPISTADA Y VULNERABLE-  ME RIO DE MI MISMA  Y ME DUELO MENOS.

MIS AMIGXS ME IMPULSARON (Y AYUDARON) A CREAR ESTE SITIO ALGO AMORFO, UN POCO ECLECTICO DONDE COMPARTIRÉ  UNA YUXTAPOSICION DE IDEAS, PRODUCCIONES , "COSAS Y COSITAS" .  PORQUE SER IGNORANTE NO ES NO TENER CULTURA SINO CARECER DE SENSIBILIDAD.

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