- Suchein Gom
- 8 dic 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 28 mar 2023

"Los gatos salvajes se juntarán con hienas, y un sátiro llamará a otro; también allí reposará Lilit, y en él encontrará descanso".
Isaías 34:14
Las figuras mitológicas suelen fascinarnos. Por un lado, son bestiales, viscerales , pseudo animales, por otro, encarnan de manera superlativa características propiamente humanas. En esta dialéctica humano-animal, en apariencia ambivalente, reconocemos la impronta de la cultura que se presentifica a modo de represión de esos instintos más oscuros, más profundos, más íntimos que todxs tenemos y atravesados por la moralidad nos negamos a reconocer. Las figuras mitológicas ponen en marcha “El” mecanismo mental constitutivo del psiquismo y de la identidad por excelencia: la identificación. Todxs queremos ser alguna temeraria entidad mitológica representante de nuestras inclinaciones más fuertemente reprimidas y por ende más intensas. Recordemos que Freud manifiesta que la economía del aparato anímico sigue una lógica cuantitativa: el vigor represivo es directamente proporcional a la fuerza pulsante de lo que se reprime.
Pasemos entonces al disparador utilizado para poder pensar los efectos de las mujeres deseantes en el deseo masculino: ella es Lilit. En la mitología mesopotámica la mujer-demonio, la diosa de la oscuridad.
En la religión hebrea: la primer mujer idómita de Adán. Lilit fue previa a Eva quien , como bien sabemos, fue creada utilizando como materia prima una costilla del hombre. En oposición, Lilit fue engendrada (al igual que Adán) con polvo y sedimento. Esto indica que desde los orígenes ambos géneros se constituyeron en base a la igualdad. (¿Se preguntaron porque entonces el mito que mas trascendió en la nuestra cultura es el de Adán y Eva que se sostiene en la premisa una asimetría de poder constitutiva?).
Bien, volvamos a la historia vincular entre Adán y la animalesca y erótica Lilit. Esta simetría que les dio origen fue causa de la conflictividad entre ambos. Cada vez que iban a tener relaciones Adán le exigía a Lilit que se recueste debajo de él, ella se enfurecia y lo cuestionaba con vehemencia (“¿Por qué he de acostarme debajo de ti?”). Lilit no buscaba complacerlo : Lilit quería fuego verdadero, quería reciprocidad, quería dominar el encuentro sexual, quería explayar su creatividad erótica, era impúdica y deseante. Así que aburrida de la monotonía, de la falta de imaginación y de las exigencias de su esposo, con la insolencia que la caracterizaba decidió abandonar el Edén y se fue a “fornicar” por ahí con varios demonios y criaturas un poco más divertidas.
La pregunta que se delinea es: ¿qué pasa con la libido masculina cuando se topan con una Lilit?. Lilit representa el deseo femenino, su característica fundamental es que es dinámico: de repente se enciende y arrasa con todo, pero, no tenemos la certeza de que va a permanecer estable (como todo fuego puede apagarse). Las mujeres-demonio no realizan promesas de amor eterno ni estabilidad, no burocratizan el amor por medio del matrimonio, no aceptan las imposiciones masculinas que las ubican en lugares subalternos, no piensan que la sexualidad como un tabú, desean y reconocen su deseo como algo genuino y valioso que viven con plena libertad. Eso no quiere decir que con las Lilit no se pueda conformar un vínculo afectivo empatico, profundo y real , sino, que su amor no es abnegado y que ese varón no tiene su compañía asegurada. Lilit puede dejar de desearlo sin motivo aparente o agobiada por los manejos egoistas de los Adanes, incluso podría desear a otros. Está situación no es funcional al patriarcado .
Una mujer deseante no puede ubicarse en lugar de puro objeto de satisfacción de la libido masculina ya que un objeto no desea. Los roles activo/pasivo pueden ponerse en juego de un modo más versátil lo que pone en tela de juicio a las frágiles masculinidades. Una mujer deseante no es un terreno seguro y eso es lo que genera en muchos varones cierto temor y retraimiento. Una verdadera aventura con el componente excitatorio que debería producir no puede desarrollarse nunca en un espacio absolutamente seguro. Lo genuino no es medible, no es cuantificable , es refractario a cualquier tipo de predicción .
Los varones saben como comportarse con sus esposas-objetos fieles y abnegadas, también saben que hacer con las prostitutas-objetos, pero cuando se cruzan con una Lilit no saben cómo proceder , se les vuelven tan inextricables e impredecibles, que atemorizados, optan por por huir ( en el caso de que antes no sean dejados como Adán) . Demasiado retobadas para esposas, demasiado activas y deseantes para prostitutas, demasiado seguras, demasiado intensas, “demasiados demasiados” para ser clasificadas. Las Lilit son deseadas y admiradas, pero, a distancia ya que la concreción fáctica de ese deseo pone en jaque la masculinidad. El objetivo principal del patriarcado es conservar la identidad masculina constituida en base a una posición de poder y dominio aunque el costo sea resignar la posibilidad de curiosear nuevos tipos de vínculos y encuentro sexuales más estimulantes y autenticos.
Las Lilit no especulan con su propio deseo ni negocian con las ganas, son los súcubos más temidos y admirados por los Adanes que siempre mantienen el punto de distancia optimo que les permita asegurarse sin cuestionamientos su tan precaria y preciada masculinidad.